Tiene 42 años, creció en Nebaj, Quiché y habla cuatro idiomas nacionales. Ixil, quiché, kanjobal y kaqchiquel, además de castellano. Militó en el Ejército Guerrillero de los Pobres desde los 14 años y vivió en la Comunidad de Población en Resistencia de la Sierra luego que su padre y su abuelo fueran quemados, vivos, por el Ejército junto a otras 55 personas mientras oraban dentro de una iglesia de madera.
Ha dedicado su vida a organizar a quienes padecieron la violencia y hoy es presidente de la Asociación de Víctimas de Chimaltenango. Persigue con denuedo el pago del resarcimiento para quienes fueron perseguidos por el Ejército, pero también para quienes sufrieron a causa de una acción guerrillera.
Estudió derecho y está ya a punto de graduarse. Pero entre una cosa y otra, se ocupa de lograr la exhumación de más de 120 cadáveres que se encuentran enterrados en una fosa clandestina junto al rastro de San Martín Jilotepeque.
Ha dedicado su vida a organizar a quienes padecieron la violencia y hoy es presidente de la Asociación de Víctimas de Chimaltenango. Persigue con denuedo el pago del resarcimiento para quienes fueron perseguidos por el Ejército, pero también para quienes sufrieron a causa de una acción guerrillera.
Estudió derecho y está ya a punto de graduarse. Pero entre una cosa y otra, se ocupa de lograr la exhumación de más de 120 cadáveres que se encuentran enterrados en una fosa clandestina junto al rastro de San Martín Jilotepeque.
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